Editorial
(Savia 2)
Muchas veces Jesucristo menciona al buen fruto y al portador de éste como lo único que puede sobrevivir: "Yo soy la vid y vosotros los pámpanos - dice - todo pámpano que no lleva buen fruto es cortado y echado al fuego".
De estas palabras podemos deducir que debemos aprender a "crear un fruto bueno, un fruto que esté de acuerdo al orden cósmico, un fruto crístico (entendiendo por crístico todos los valores que Él nos enseñó) ya que todo lo demás debe ser sacrificado en el fuego "kármico" y cada uno de nosotros ha de tragarse, por así decirlo, sus malos frutos o frutos contrarios al orden cósmico, hasta que aprendamos a generar solamente los buenos. El otoño es tiempo de cosecha y desprendimiento, de entrega y recogida de nuestro propio fruto hacia los demás y del fruto de los demás hacia nosotros. Si hemos sido aplicados, si nos hemos ocupado de elaborar buenos frutos, eso es lo que saldrá de nosotros. En cambio, si nos hemos descuidado y hemos elaborado frutos malos, también es esto lo que daremos a los demás. Por tanto, debemos ser sinceros a la hora de hacer examen de conciencia y descubrir nuestro mal y buen fruto, para reforzar nuestra voluntad y generar mejores frutos el próximo año.
Comentarios
Publicar un comentario