Editorial
Ultimamente todo se hace deprisa, sobre todo en las grandes ciudades: Uno debe dormir deprisa, desayunar deprisa, hacer el trabajo deprisa ... Todo deprisa. El espíritu de la prisa se ha adueñado de nosotros y nos gobierna, nos lleva deprisa a Dios sabe dónde. Hay veces que voy caminando y tengo que frenarme, pues me sorprendo con prisa, aunque no la lleve. Hay algo en el ambiente, sin duda, que nos contagia. Quizá sean los pensamientos de la mayoría o la necesidad unida al deseo de hacer muchas cosas para evolucionar más rápido y llegar antes. No lo sé. Lo que sí sé, es que ir más deprisa no supone llegar antes, se llega antes cuando se toma el camino correcto. Entonces sí se puede ir deprisa, no antes, ya que si uno va deprisa, pero no atiende a dar con el camino que le lleve a donde quiere ir, nunca llegará, por mucho que corra.
Por otra parte, en el otoño suele haber algunos ataques de "depre". El mejor antídoto es no admitir ningún pensamiento relacionado con ella. Pero si ya ha entrado, entonces os aconsejo que leáis los "Consejos Naturales" de este trimestre (página 26) y ¡Por favor!, aunque tengáis prisa, leer cada uno de los artículos de esta revista tranquilamente, descubriréis muchas cosas!
Un abrazo
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