EL VALOR DE LA ENSEÑANZA ESPIRITUAL
Por Leo Kabal
Savia 4
Hay quien piensa que la enseñanza o el conocimiento espiritual tiene una relación calidad-precio, es decir, que la calidad de la enseñanza espiritual que se imparte por ahí es mejor en la medida en que nos cuesta más dinero: "ese señor cobra muy caras sus clases, así que su enseñanza debe ser buenísima" -suelen decir- o también: "como no cobran nada, las clases no deben ser muy buenas".
Los que se engañan con estas frases también suelen prestar oídos a quienes, para obtener pingües beneficios, argumentan que la enseñanza es valorada en la medida en que el que la recibe paga más o menos dinero por ella. Otros, para obtener grandes sumas de dinero de sus alumnos, reclaman que deben comer todos los días y mantener a sus familias; y otros, "los más espabilados" (o los que creen que los son), aprovechando la sensibilidad social con respecto a ciertos temas espirituales tratan de enriquecerse en sesiones de un día o un fin de semana, sin importarles para nada el beneficio que de ello pueda sacar su alumno o su paciente, sino únicamente su bolsillo.
La verdadera enseñanza espiritual, la enseñanza que más ha de beneficiar al que la recibe ... y al que la imparte es aquella que no se paga, porque el que la imparte no está pensando en llenar su bolsillo o adquirir prestigio, sino en beneficiar al alumno y a la humanidad en general porque se cree lo que hace y sabe que la comida no ha de faltarte ni a él ni a los que de él dependan "El obrero es digno de su alimento". No es que esta enseñanza no tenga valor, sino que su valor no puede pagarla el dinero, ni nada material, al igual que nuestros valores más vitales no se pagan con nada. ¿Quién se atrevería a ponerle precio a sus seres queridos, al agua ... al sol?, y, sin embargo, sin ellos es imposible la existencia física. ¿Quién se atrevería a decir que la enseñanza del Cristo no es valiosa cuando todos sabemos que dicha enseñanza ha elevado a la humanidad y sigue elevándola a medida que se va entendiendo? ¿Alguien se imagina a Cristo cobrando por impartir el Sermón de la Montaña? y, sin embargo, seguramente todos coinciden en admitir que dicho Sermón es valiosísimo.
La verdadera enseñanza es gratis, el conocimiento que nos permite nutrirnos y crecer espiritualmente nunca se podrá pagar con dinero, el conocimiento que se paga por un precio podrá instruirnos, nunca elevarnos. Pero el que recibe el beneficio del conocimiento debe saber valorar lo que recibe y agradecer que lo está recibiendo, porque es el que está destinado a alimentar a aquellos que trabajan para él. Si piensa lo contrario, si subestima e infravalora la enseñanza, al que pone los medios o al que la imparte, si no valora los esfuerzos y los sacrificios que alguien está haciendo para que la enseñanza llegue a él, es que no es digno de esa enseñanza o no le ha llegado aún el momento de comprenderla y por lo tanto en un momento u otro dejará de tenerla; pues todos nosotros sabemos que detrás del sol, el agua, el aire y la tierra y todos los elementos que hacen posible la vida, aunque nadie venga a cobrarnos (ningún Ángel o Arcángel), se esconde una organización y un esfuerzo que debemos valorar y agradecer todos los días. Aún el mortal más incrédulo y egoísta comprende que hay un valor incalculable en que el sol salga todos los días y valora en su justa medida la energía que le llega de él.
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