Entrevista a Jesús Callejo en la primavera de 2000
Con motivo de su nueva obra “Fiestas Sagradas”, hablamos de nuevo con el autor de la excelente trilogía “Guia de los Seres mágicos de España: Duendes, Hadas y Gnomos” e “Historia mágica de las flores”
P. Las fiestas parecen responder a un fenómeno uni- versal, pero ¿cuándo comenzó el hombre a celebrarlas y cuales fueron sus motivaciones?
R. Se sabe que las fiestas están relacionadas con los ciclos agrícolas (la siembra, la cosecha...) y los ciclos astronómicos (los solsticios y los equinoccios principalmente), por consiguiente, sus teóricas motivaciones debieron ser las pausas y las actividades asociadas con las faenas agrícolas y el recordatorio de determinadas fechas en las que en el planetaTierra entraba en fases vitales para esos mismos ciclos agrícolas. Sin olvidar las circunstancias climáticas, como por ejemplo las crecidas del río Nilo en Egipto o los monzones en la India y otros países asiáticos.
P. Actualmente muchas fiestas parecen estar íntimamente ligadas a la religión, pero aún conservamos algunas ajenas a la misma. ¿Cuáles son las más destacadas?
R. Los Carnavales serían las más representativas porque desde siempre se han negado a ser catequizadas y mucho menos a ser cristianizadas. Son las más paganas y hasta las más profanas de todas las fiestas que existen en el calendario de cualquier comunidad que las celebre.
P. En tu libro y por razones de orden, analizas las fiestas clasificadas por meses. Sin embargo ¿Qué otra manera tenemos de clasificar tantas festividades?
R. Existen tantas maneras de clasificarlas como investigadores ha habido que han estudiado las fiestas desde distintos enfoques. Cada cual pone el énfasis en aquello que cree más destacable, cómo pueden ser su carácter civil o religioso, o bien sus funciones mágicas e inicíaticas dentro de la sociedad en la que se festejaban. Yo he preferido hacerlo por meses porque, siendo la más clásica, es la más clarificadora y la que creo que es mejor a la hora de ser utilizada por el lector.
P. Un aspecto curioso de tu libro ha sido el incluir fiestas A la derecha Jesús Callejo en las que lo que se celebra parece ser la muerte. ¿qué nos puedes contar de ellas?
R Prácticamente todo el calendario litúrgico está basado en la muerte. Cuando celebramos la festividad a un determinado santo lo estamos haciendo no por ser su día de nacimiento sino el de su muerte o martirio. El culto a los difuntos es algo que ha sido común en casi todas las culturas, manifestándose de diversas maneras. Los celtas tenían su Samain el día 1 de noviembre, una de sus cuatro fiestas sagradas y los cristianos utilizaron esa fecha para colocar una de las más emblemáticas: El Día de Todos los Santos (es decir, la fiestas de todos aquellos mártires de los que no se conocía ni su nombre ni su fecha de muerte) y al día siguiente colocaron el Día de los Difuntos para recordar a los familiares fallecidos, elevándoles a la categoría de santos.
P. Muchas de las festividades tiene un origen pagano desconocido por el gran público, ¿cuáles son las más importantes?
R. Festividades paganas son todas aquellas que se celebraban antes de que en Europa y en el resto del mundo se impusiera la hegemonía del cristianismo. El que fueran paganas no quiere decir que no fueran sagradas, ya que los antiguos pueblos hacían honores y fiestas a sus divinidades masculinas y femeninas. Por citar una, tal vez la más importante dentro del ámbito cristiano, sea el día del natalicio de Jesús de Nazaret, es decir, la Navidad. Durante el 25 de diciembre (próximo al solsticio de invierno) se celebraba en la antigua Roma dos festividades paganas: el culto al Sol Invictus y el culto a Mitra, que con el tiempo se llegaron a confundir. Pues bien, tras el Concilio de Nicea, el Papa Liberio por un Decreto del año 354 declaró como fiesta del natalicio de Jesucristo el 25 de diciembre un intento de sustituir el culto de un dios solar por otro y erradicar así esos cultos paganos. Y lo consiguió.
P. ¿Cuál es el auténtico origen de los carnavales y su significado?
R. Desde mi punto de vista, los carnavales es una fiesta que funciona como una auténtica válvula de escape. En estos días todo vale porque lo que se busca es la transgresión del orden para que impere el caos. Las autoridades civiles (que no las religiosas) permitían que cada hijo de vecino se disfrazara de lo que quisiera y que cambiaran su personalidad, trasformándose los hombres en mujeres, los gañanes en reyes, los monaguillos en Papas y los niños en animales. El exceso de estas celebraciones provocó que en muchos países -y particularmente en España- estuvieran prohibidas. Al final el Orden vuelve a imperar y se suele quemar un muñeco o pelele impere el caos. que representa todos los vicios y pecados que el Carnaval ha personificado durante esos días.
P. Determinadas festividades están relacionadas con ciertos acontecimientos astronómicos y además son similares en lugares distantes del mundo. ¿por que estas similitudes?
R. Estamos hablando de fiestas relacionados con los solsticios y los equinoccios y, por lo tanto, las celebraban aquellos pueblos que tenían registros astronómicos de estos cambios de la Tierra en su movimiento de rotación y traslación. Tal vez no sabían explicar el origen de esos cambios climáticos pero sí sabían que la Tierra pasaba por una serie de etapas que incidían directamente con la agricultura y eso era motivo suficiente para que se recordaran en sus respectivos calendarios y se festejasen.
P. En tu libro incluyes un anexo dedicado a la fiesta de los toros, una apuesta arriesgada sin duda y polémica por tu parte.
R. No creo que sea una apuesta arriesgada, pues en España casi no hay festejo popular que no se celebre con una suelta de vaquillas, toros embolaos, ensogaos, becerradas, novilladas o con la tradicional corrida de toros. Es un hecho que no se puede obviar. Lo que he intentado es clarificar el aspecto simbólico del toro sobre todo en la llamada Fiesta Nacional, donde el toro bravo ejerce las funciones de las fuerzas de la oscuridad que deben ser derrotadas por las fuerzas de la luz, representadas por el torero vestido con su traje de luces. Esto forma parte del inconsciente colectivo de muchos pueblos del Mediterráneo y he creído conveniente que fuera conocido por los lectores.
P. Dame un ejemplo de una fiesta que no deba celebrar- se ya que el acontecimiento en el que se basa es ficticio.
R. El día de los Santos Inocentes, por la sencilla razón de que no existe ningún testimonio histórico de que esta matanza se llevara a cabo por Herodes el Grande, lo que no significa que este personaje fuera un indeseable y un canalla redomado que mató a dos de sus esposas y a tres de sus hijos. El historiador Flavio Josefo, que reflejó puntualmente todos los sucesos de su época, por nimios que fueran, no habla de este suceso que sin duda, de producirse, debió dejar una huella imborrable en todas las familias judías y romanas que tuvieran un niño varón menor de dos años.
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