EL HOMBRE Y SU RELACIÓN CON LOS ANIMALES
Jesús García Consuegra González
Savia 9
Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará”. (Isaías 11-6)
Hay que ver lo lejos que estamos actualmente de esta profecía bíblica. No hay más que echar un vistazo a los últimos acontecimientos sobre perros atacando a niños y a personas mayores, para darse cuenta de ello. Y, sin embargo, creo firmemente que un día se cumplirá al pie de la letra. Pero antes hemos de cambiar muchísimo, hemos de mirar las cosas con otros ojos, comprendernos a nosotros mismos y a nuestro prójimo (próximo), entender a los animales y respetarlos, dándoles la oportunidad de evolucionar de la mejor forma posible junto a nosotros. En definitiva, hemos de cambiar hasta el punto de que podamos dar paso al "Reino de los Cielos" , ya que la profecía se refiere a la instauración del Reino de Dios en la tierra, y éste no se producirá hasta que el ser humano no haya avanzado lo suficiente como para ser consciente y responsable de todos los reinos de la naturaleza que tiene bajo su mando.
Dicen las Sagradas Escrituras que en el Paraiso los animales, incluyendo a los más agresivos y feroces, convivían con el hombre de forma mansa, y éste, como es natural, mandaba sobre ellos. La ferocidad de los animales se produce con “la caída”, a la par que la agresividad del hombre. Esto no es de extrañar, ya que los animales simbolizan nuestros instintos, nuestras pasiones que actualmente son tambien peligrosos y destructivas para el hombre.
¿Cómo puede un animal como el perro, que tradicionalmente se considera el mejor amigo del hombre (y que además es un animal doméstico) atacar a una persona hasta acabar con su vida? Se podrían escribir centenares de respuestas, pero creo que todas tendrían un denominador común: "El responsable es el mismo hombre", su manera de pensar, su salvajismo, su involución, su agresividad, su irresponsabilidad...etc...
Hay cosas que no tendrían que ocurrir nunca, y el que ocurran denota nuestra falta de madurez. Por ejemplo, nadie debería tener que coger un perro o cualquier otro animal para defenderse del mismo hombre, nadie debería crear razas de laboratorio para que sirvan para exterminar o atacar a sus hermanos por muy negros, pobres o de ideas contrarias a las suyas que sea. El animal debería tenerse única y exclusivamente para ayudarle en su evolución y aprender lo que tiene que enseñarnos, que es muchísimo. Y esto sería así si no hubiera delincuentes, si el hombre respetara y amara a su prójimo (próximo), si ocupara sabiamente el escalón que le corresponde en la evolución.
El responsable es el mismo hombre porque él es más inteligente, porque tiene una mente para pensar, y con ella puede hacer que un animal sirva para odiar y atacar a las personas o para amarlas y tenerlas respeto. El hombre tiene una mente para ejercer dominio sobre ella y no para que la utilicen sus bajos instintos y deseos perversos y violentos.
Los animales, según nos cuentan los iniciados, son nuestros hermanos menores. No poseen mente, sino que quedan un escalón por debajo del hombre: tienen cuerpo emocional, vital y físico (el hombre tiene cuerpo mental, emocional, vital y físico). Algunos animales están más evolucionados que otros, como ocurre con los animales domésticos, ya que la influencia humana sobre ellos puede hacer que incluso, a veces parezca que piensan.
Los animales alcanzarán un día el estado humano: se individualizarán, como hoy lo está el hombre. En ese momento el mundo vegetal alcanzará el estado animal y el mundo mineral, el estado vegetal. La evolución no se detiene y el hombre, asimismo, pasará al siguiente estado evolutivo, que será semejante al estado angélico, aunque no igual, ya que la evolución sigue su ritmo en espiral.
Con esta perspectiva ¿Cuál es nuestra responsabilidad con respecto al mundo animal? Creo firmemente que es ejercer de hermanos mayores ayudándoles a que evolucionen de la mejor manera y en las mejores condiciones posibles. Pero aunque esta perspectiva no fuera exacta, el respeto a la vida, sea esta de la forma que sea, debería bastar para que nuestra relación y nuestro trato hacia ellos sea responsable y amorosa. Si así lo hiciéramos, hechos como los ocurridos y otros muchos que no salen en las noticias jamás hubieran tenido lugar. Pero en cambio, echemos una ojeada a nuestra relación y nuestro trato con los animales. Si bien es cierto que cada vez hay más personas conscientes de sus responsabilidades para con sus hermanos menores, los animales, y manifiestan su amor hacia ellos, todavía estamos muy lejos de entender cuál es nuestro papel exactamente en nuestra relación con ellos, pues hechos repugnantes, inhumanos y abominables se suceden día tras día. No tenemos bastante con sacrificarlos para que nos sirvan de alimento y para lucir sus pieles sobre nosotros, interrumpiendo así su ciclo evolutivo, sino que además los maltratamos, los torturamos, los educamos para ser violentos, nos sirven de cobayas para el "avance de la ciencia". Algunas personas llegan a ser tan inconscientes que creen que los animales han sido creados para hacer con ellos lo que se les antoje sin pensar que son seres vivos que sufren y sienten lo que se les hace.
Si así lo hacemos nosotros hermanos mayores, seres que piensan, autoconscientes, seres con mente capaces de utilizar la lógica y la razón, ¿cómo esperar de ellos un buen comportamiento hacia nosotros, cómo echarles la culpa de hechos salvajes y violentos?
La mayoría de las personas que tienen una buena relación con el mundo animal, principalmente con los domésticos, saben que estos animales si se les quiere, se les trata bien y se les ayuda para que su evolución sea lo más educada y pacífica que se pueda, responden con mucha gratitud y cariño hacia ese hermano mayor que se ocupa de él y como reflejo y hábito aprendido también hacia las demás personas.
Debido al interés de algunos periodistas por destacar únicamente el lado salvaje y violento de los perros al dar las noticias sobre los que han atacado a niños y, sobre todo, al meter a todos los perros en el mismo saco sin tener para nada en cuenta el efecto terapéutico de algunos perros y las vidas que otros han podido salvar, he tenido que aguantar muchas maldades de personas inconscientes, enemigas juradas de los animales que utilizan estas noticias como carnaza para arremeter contra cualquier persona pacífica y responsable que vaya paseando a su perro. Cosas como : ¡sacrifícalo! ¡mátalo! ¡ponle bozal! Y alguna mirada que otra llena de odio y violencia hacia mi perro y hacia mí. Y yo me preguntaba ¿Quién es el violento? ¿Quién el provocador? ¿Quién el que necesita bozal? Pues todo el mundo que conoce a mi perro sabe que es la cosa más agradecida y cariñosa que existe y sólo espera de ti una caricia o una palabra cariñosa para ser tu amigo para siempre. Supongo que también las demás personas que tienen perros pacíficos han tenido que soportar cosas semejantes.
Vivimos en un mundo donde, además del ser humano, existen los animales: seres con vida, y el estar un escalón por encima de ellos en la evolución no nos da derecho a maltratarlos ni a sacrificarlos. Más bien al contrario, nuestra responsabilidad para con ellos es la de ayudarles como un hermano que sabe más ayuda al que sabe menos.
Leadbeater dice que si uno educa a un animal para la violencia, al final, cuando ese animal se individualice (alcance la autoconciencia), resultará ser un salvaje, y la persona que lo educó así tendrá que soportarlo así. Pero creo que no hace falta que el animal llegue a la individualización para ver el fruto de la educación que uno da a su animal. En efecto, los hechos salvajes y violentos de los perros que atacan a las personas ya es bastante ilustrativo como para tenerse en cuenta. Además, si aceptamos que ellos representan nuestros instintos, un animal agresivo reflejará nuestra propia agresividad, la agresividad que no podemos dominar y que nos hace perder el control. En cambio, si el animal que tenemos se muestra manso y amoroso será también señal de que dominamos nuestros instintos o los hemos transformado, reflejará nuestra paz y nuestro equilibrio interno
Nuestra relación con los animales debe ser responsable, consciente y amorosa, pues lo que hagamos de ellos o con ellos será lo que nos encontremos en un futuro. Debemos tener una actitud amorosa y amigable hacia esos seres que nos siguen en la escala de la evolución, pues si no ¿cómo esperamos que nuestros hermanos mayores, los que van por delante de nosotros en dicha escala, tengan una amorosa y favorable actitud hacia nosotros?
La profecía bíblica será algún día un hecho, pero antes es necesario que empecemos a cambiar nuestra actitud negativa con respecto al mundo animal y echar una ojeada a nuestros instintos para cambiarlos, antes es necesario que los miremos más de cerca y no solamente en la sartén o en la cazuela ni, bajo ningún concepto, en la sala de experimentación científica, antes es necesario que nuestra relación con ellos empiece a ser responsable y comunicativa.
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