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SAN JUAN

 SAN JUAN

Jesús Garcia-Consuegra González

Savia 16

San Juan fue uno de los primeros discípulos de Cristo, quien, junto con su hermano Santiago, era seguidor de Juan el Bautista.

Hijo de Zebedeo y Salomé, nació en Betsaida, en Galilea. El padre y los hermanos se dedicaban a la pesca en el Lago de Tiberiades.

Junto con Pedro y Santiago (su hermano), gozó del amor y la confianza de Jesús. Los tres fueron los que más cercanos estaban del Maestro. Fueron testigos de sucesos que  no presenciaron los demás discípulos, como la resucitación de la hija de Jairo , la transfiguración y la oración en el Huerto de Getsemaní.

La tradición le atribuye el 4º Evangelio y las tres Cartas de Juan, así como el Apocalipsis.

Lo cierto es que no sabemos con exactitud si todo lo anterior fue escrito por el evangelista, ya que muchos exegetas lo ponen en duda.

Juan era el más joven de los apóstoles y, si creemos que el "discípulo amado" , de quien nos habla el autor del 4º Evangelio, es el mismo Juan, hijo de Zebedeo, entonces no nos queda más remedio que admitir que éste fué el que más se acercó al corazón del Maestro, aquel que mejor le entendió, el que sacó la 5ª esencia del mensaje espiritual de Cristo. En efecto, los Evangelios sinópticos nos hablan de las andanzas del Maestro Jesús sobre la tierra, Juan parece querer transmitirnos la andanzas del Cristo, Hijo de Dios, y su mensaje espiritual.

Los tres Evangelios sinópticos siguen la misma estructura, pues la palabra sinóptico viene del griego, que significa ver en conjunto. O sea, si ponemos los tres Evangelios en sinopsis (columnas paralelas) podemos leerlos sin que las variaciones de unos y otros sean excesivas. Juan se desmarca de los sinópticos y nos presenta un Evangelio distinto. Por ejemplo, los sinópticos nos hablan de un viaje de Jesús a Jerusalén durante la Pascua, Juan nos habla de tres viajes.

El autor del 4º Evangelio empieza equiparando al Verbo con Dios y con el Hijo de Dios. No cabe duda de que este Evangelio va dirigido al corazón, y se empeña más en presentarnos, en Jesús, al Dios antes que al hombre.

Pero en su juventud, cuando apenas acababa de conocer a su Maestro, no fue así, sino que, como la mayoría de judíos de la época esperaba que el Mesías ( para él Jesús) liberaría a los judíos del yugo romano y se convertiría en Rey de los judíos.

No olvidamos aquella anécdota que nos cuenta cómo los dos hermanos  (Juan y Santiago) ruegan a Jesús que les conceda un sitio de honor en su reino. En otra ocasión pidieron castigar a los samaritanos con fuego del cielo por no haber dado hospitalidad al Nazareno. Por esta forma de ser impetuosa que a veces mostraban los hijos de Zebedeo, fueron apodados por el mismo Jesús como los Boanerges, que significa "hijos del Trueno" (Mc.3:17).

De cualquier modo, por lo que mejor se ha distinguido a Juan es por su forma de ser dulce y amorosa, por la que muchos astrólogos le identifican con el signo de Piscis. Pues en su Evangelio hace referencia al amor, por encima de todo, así como en las epístolas que llevan su nombre. Éste parece ser su mensaje más claro, pues  como dice en su epístola: "Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso, pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?"  ( I Juan 4:20 ). En la última cena fue el discípulo que recostó su cabeza sobre el pecho de Jesús y, también,  presenció la crucifixión a los pies de Cristo.

A la muerte de Cristo predicó en Jerusalén, y después en varios lugares de Palestina. Se ignora la fecha de su salida de Jerusalén. Se sabe que predicó en Asia Menor y fijo se residencia en Efeso.

En tiempos de Domiciano fue llamado a Roma, donde, según una leyenda, sufrió el martirio de ser introducido en aceite hirviendo, saliendo milagrosamente ileso. Después de esto fue desterrado a la Isla de Patmos, donde escribió el Apocalipsis y, según algunos, el 4º Evangelio (otros creen que lo escribió en Efeso). Más tarde vuelve a Efeso, donde pasó los últimos años de su vida que acabó cerca del año 100 d. de C., según se deduce de la crónica de Eusebio, cuando contaba unos 94 años de edad.

Los símbolos que corresponden a Juan son el  águila y el fuego. El águila porque vuela muy alto: comienza su Evangelio con consideraciones teológicas; Y el fuego porque es el elemento astrológico que simboliza la espiritualidad. Y el de Juan, como hemos dicho, es el Evangelio espiritual por antonomasia.





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